Un vicio de nuestra especie es emprenderla a tortas con quienes nos estorban. Hemos inventado cuchillos, lanzas, flechas, balas, misiles e incluso un cañón de riel (sale uno en Transformers: La venganza de los Caídos). Añádanse las armas de exterminio basadas en fenómenos físicos, químicos o biológicos. Y más que me dejo.
Para defendernos de tales agresiones, el catálogo contiene blindajes, chalecos antibalas, cascos, trajes anti-lo-que-se-pueda y otros ingenios que nos esconden. Con frecuencia son insuficientes.
Eso dejando aparte el arsenal cibernético creciente a diario y sus contramedidas, que suelen llegar a la ciudadanía e incluso a los gobiernos con retraso. De momento se contentan con cortarnos internet, robar dinero, falsear resultados electorales o sabotear centrifugadoras de uranio. En teoría hay países equipados con herramientas de esta índole y son capaces de, por ejemplo, dejarnos sin suministro energético. Parar una central nuclear es factible. Podría enumerar docenas de agresiones posibles con impacto diverso en la sociedad, pero todos merecemos dormir ocho horas de un tirón.
Dominamos el arte de la destrucción y somos chapuceros en el de la protección.
En ciencia ficción podemos esquivar las ofensivas clásicas con los escudos. Campos de fuerza, a menudo invisibles, diseñados para repeler o absorber los ataques con láseres o lo que nos arrojen. Porque si, por ejemplo, abrieran un agujero en nuestra nave en medio del espacio, podríamos quedarnos sin aire o convertirnos en una nube de átomos cuando perforasen el reactor.
Parece una tecnología lejana. Incluso imposible, ¿verdad? Pues algunos de esos escudos existen sin intervención humana. Tenemos la magnetosfera, que rechaza la radiación del viento solar. Sin ella estamos perdidos. Por desgracia, Marte carece de una. Quienes planeen comprar una segunda residencia allá tendrán que esperar.
¿Alguien imagina alienígenas conviviendo en armonía, sin ganas de matarse unos a otros? Aunque los milenios de historia les lleven por el buen camino, siempre habrá gente deseando imponer otro punto de vista. ¿O acaso esta opinión viene sesgada por una extensión personal de lo antropomórfico a la psicología? Ciertamente, es más fácil escribir historias con buenos y malos. Conflictos, en definitiva.
Por estas razones también hay escudos en Hambarath. De varios tipos. A fin de cuentas, un modelo universal tiene inconvenientes. Iba a contarte cuáles son, pero no quiero chafarte la guitarra si has pensado leerla o ya has comenzado.