«Todos tenemos un pasado y pocos tienen un futuro».
Sin duda, ya han dicho eso alguna vez. Es imposible que tal afirmación sea inédita.
En los cursos de escritura aprendí sobre la importancia del pasado de los personajes. Por ejemplo, la trama puede elaborarse a partir de ahí. El asesinato cometido diez años atrás regresa como chantaje del cómplice necesitado de dinero. La comisión por obra pública, objeto de juicio penal, planea sobre el exalcalde. Cuando descubres que tu pareja y tú sois infértiles, una relación fallida vuelve acompañada de un chaval de ocho años con ojos idénticos a los tuyos.
Causa y efecto. Pasado y presente.
La semana anterior leí dos novelas: Chesil Beach, de Ian McEwan, y Metafísica de los tubos, de Amélie Nothomb. Durante la primera, el pasado de los protagonistas interviene en el presente: la noche de bodas de ambos. Y menudas consecuencias. Prueba el peso, en un momento de verdad, de lo ya vivido. En la segunda el personaje principal carece de pasado porque la historia comienza desde el nacimiento. No obstante, la historia de los padres condiciona el entorno y sirve para impulsar una sucesión de peripecias y digresiones.
De la primera me gustó el final y con la otra reí de vez en cuando. La que sirve para el resto del párrafo es la primera. Como en ella, todos los personajes de Hambarath tienen un pasado. En este, algún acontecimiento ha dejado cicatriz. Unos vencieron la adversidad y fueron capaces de ignorar la marca; otros no. ¿Cómo les ha afectado esa derrota? ¿Pueden olvidar y seguir adelante? Tal acto, olvidar, podría ser una oportunidad que a cada personaje se le brinda para triunfar… o volver a fracasar. ¿De qué dependerá el resultado? ¿De la voluntad de cada cual? ¿De la fortuna?
Te invito a que leas gratis los primeros capítulos para descubrir si te atrapa.
Reblogueó esto en Ilusión en proceso de aprendizajey comentado:
Apenas he comenzado a leer y considero que merece la pena.
¡Muchas gracias!
A ti, por ofrecer un tercio de tu obra de manera altruista.
Saludos